martes, 24 de noviembre de 2009

Irán 'siembra'en América


‘siembra’
Varios manifestantes brasileños protestan contra la visita de Ahmadineyad a su país.
Por SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ / El País / España
Buenos Aires - El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, recibió ayer a su homólogo iraní, Mahmud Ahmadineyad, en medio de críticas sobre la conveniencia o no de recibir a un mandatario cuestionado por varios países occidentales debido a su actividad nuclear.
Ahmadineyad llegó a Brasilia procedente de Senegal, y se reunió con Lula en el Palacio de Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde tuvieron a lo largo del día una reunión de trabajo, antes de clausurar un encuentro en el que participarán unos 300 empresarios de ambos países.
Varias decenas de manifestantes, tanto favorables como contrarios a Ahmadineyad, se congregaron frente al Palacio de Itamaraty, donde las autoridades dispusieron un fuerte operativo de seguridad.
Lula tuvo que salir a defender su decisión de recibir a Ahmadineyad en su programa nacional de radio. “No salimos adelante dejando a Irán aislado”, dijo el mandatario brasileño.


“Si Irán es un actor importante en esta discordia, entonces es importante que alguien se siente con Irán, hable con Irán y trate de establecer un punto de equilibro, para que así la sociedad regrese a cierta normalidad en Oriente Próximo”, agregó Lula, quien en los últimos diez días ha recibido a los presidentes de Israel, Simón Peres, y de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas.
Ahmadineyad llegó con la agenda de debatir con Lula sobre asuntos polémicos, como una probable cooperación en el área de energía nuclear y un futuro acuerdo de supresión de visados para los ciudadanos de ambos países.
Ahmadineyad continuará su gira en Bolivia y Venezuela.
Movida arriesgada
La llegada a Brasil de Ahmadineyad es una arriesgada operación d iplomática de Lula da Silva, que intenta reforzar su papel como protagonista internacional y ofrecerse como posible mediador, tanto en el conflicto de Oriente Próximo como en el que suscitan los planes nucleares de Teherán, pero que puede quedar en una difícil posición si la visita acaba en un completo fiasco.
Ésta se produce pocos días después de que Irán haya ignorado la propuesta de la comunidad internacional para que realice las operaciones de enriquecimiento de su uranio en un tercer país y no en instalaciones propias.
Irán busca desesperadamente apoyos internacionales, que sean comprensivos con su política nuclear y, sobre todo, socios comerciales que le permitan esquivar las consecuencias del estrecho marcaje que sufren todas sus operaciones financieras en el exterior: más de 80 grandes bancos internacionales en todo el mundo han dejado de hacer negocios con bancos iraníes en los últimos años.
En ese sentido, América Latina se ha convertido en el escenario de un importante esfuerzo de penetración diplomática iraní, aunque limitado hasta ahora a un pequeño grupo de países liderados por Venezuela, socio de Irán en la OPEP.
A través de Caracas, Teherán ha conseguido estrechar lazos con Nicaragua, Bolivia y Ecuador.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, se ha entrevistado en 11 ocasiones con su colega iraní y ha visitado Teherán siete veces desde 1999. En 2008, fueron los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Ecuador, Rafael Correa, quienes se desplazaron a Teherán.
Gran inquietud
En conjunto, Irán ha firmado más de 150 acuerdos con Venezuela, Bolivia y Ecuador, e incluso se ha constituido en observador, simbólico, en el ALBA (Alternativa Bolivariana para América).
Ninguno de estos viajes y acuerdos había despertado tanta inquietud como la gira que comenzó ayer. Brasil es un país muy diferente y plantea un escenario distinto.
Así lo ha entendido Israel, que se apresuró a enviar a Brasil a Simón Peres hace 10 días.
El presidente israelí, que viajaba a América Latina por primera vez en los últimos 20 años, se entrevistó con Lula para expresarle su preocupación por lo que Tel Aviv considera una postura “excesivamente contemporizadora” con respecto a Irán.
Peres se dio por enterado del deseo de Brasil de tener un papel en las negociaciones de Oriente Próximo, algo que Brasilia considera imprescindible para poder optar, llegado el momento, a un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU.
El presidente israelí se mostró conciliador e invitó públicamente a Lula a sumarse a los esfuerzos para la paz. Incluso se felicitó de que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, fuera a visitar Brasilia (lo que ocurrió pocos días después). Pero aprovechó una reunión en el Congreso brasileño para dejar claro lo que pensaba de la presencia del presidente iraní: “Ahmadineyad”, dijo, “es una amenaza para la paz” y un enemigo declarado de Israel.
La preocupación de Israel por la presencia iraní en América Latina se dejó sentir también durante su visita a Buenos Aires, un terreno mucho más abonado ya que la ciudad cuenta con la tercera población judía más importante del mundo fuera de Israel.
Peres intentó, sin mucho éxito, que la presidenta Cristina Fernández presionara a Hugo Chávez para que corte esos crecientes lazos de amistad.
La respuesta fue seca: “Argentina no permite que nadie elija a sus amigos ni tampoco pretende elegir los amigos de nadie”, declaró la presidenta.

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